En defensa de la Pedagogía (1)

Acabo de leer, vía Waldenland25 (con agradecimiento incluido a Efervescente2H) el artículo de Ana Benito: "La pedagogía no tiene la culpa: un análisis de los problemas de la educación en España". Más o menos lo que la autora dice es que las críticas a la pedagogía yerran el tiro porque no atacan a la auténtica pedagogía sino a una versión caricaturizada de la misma, así que trata de ir desmontando los 'malentendidos' en torno a cuestiones como la memoria, el aprender disfrutando, la atención a la diversidad, etc. O sea, que la pedagogía (constructivista) ha fracasado no porque sea una patraña, sino por falta de pedagogía (no supieron explicarlo...) A mi juicio no consigue su propósito, antes bien, confirma todos esos presuntos malentendidos. Pero no sólo eso, sino que acaba justificando el actual sistema educativo. No en vano el artículo lo edita el propio Ministerio de Educación, Política Social y Deporte; pedagogía oficial, vamos. Lo cierto es que el artículo no tiene desperdicio y me he propuesto dedicar una serie de posts a comentar algunas de sus perlas, que son más que significativas. Ya los iré colgando conforme los escriba.

En todo caso la lectura del artículo, ciertas conversaciones con colegas de la profesión y el recuerdo de iniciativas pasadas, me han hecho reflexionar sobre una cuestión que considero de suma importancia. Se trata de la propia naturaleza de la pedagogía. Por decirlo de un modo contundente: la pedagogía no forma parte de la psicología, ni es ella misma una ciencia autónoma. Creo, más bien, que la pedagogía es, ante todo, una reflexión filosófica (sí, filosófica). 

1) La pedagogía no es una ciencia: En efecto, las ciencias tienen como objetivo explicar la realidad, no modificarla, pero la pedagogía tiene un claro contenido normativo. La psicología se dedica a estudiar científicamente el aprendizaje, proponiendo teorías acerca del mismo más o menos contrastables. No es la realidad del aprendizaje la que tiene que adecuarse a las teorías, sino las teorías las que tienen que adecuarse a la recalcitrante realidad. La ciencia no tiene un contenido normativo bajo pena de falacia naturalista. Sería absurdo decir que la teoría geocéntrica no falla, que lo que falla es la tierra, que le da por girar. Pero la pedagogía tiene un contenido normativo, en primer lugar, porque no se ocupa del aprendizaje, sino de la educación, que es algo más amplio y que no puede desconectarse de cuestiones como la justicia, la antropología, la verdad, etc., que no admiten un tratamiento científico. En segundo lugar, la pedagogía no trata de explicar la realidad de la educación, sino de diseñarla según una idea de lo que el ser humano DEBE ser. Decir que la pedagogía es una ciencia y hacerla derivar de la psicología no es más que un nuevo caso de psicologismo reduccionista. Este psicologismo ha sido una de las teorías filosóficas del siglo XX más perniciosas para la filosofía. 

2) La pedagogía es una reflexión filosófica: La pedagogía no sólo tiene un contenido ético, sino que ES ÉTICA APLICADA. Si la ética reflexiona sobre la vida buena, la felicidad y la justicia, la pedagogía reflexionará sobre cómo preparar al niño para esa vida buena, para esa felicidad y para esa justicia. La pedagogía no nos dice cómo se aprende (eso lo hace la psicología), lo que hace es reflexionar sobre lo que se DEBE aprender. La educación es un proceso por el cual formamos a personas como personas, y la pedagogía reflexionará acerca de la legitimidad moral, epistemológica y antropológica de los medios y de los fines. Cuando digo que esa reflexión es filosófica, estoy haciendo referencia al carácter necesariamente abierto de la misma. No hay una pedagogía verdadera, en el sentido en que no hay una filosofía verdadera. Aquí sólo hay búsqueda. Una teoría pedagógica oficial sería tan perniciosa como una filosofía oficial o una física oficial (¿hay alguna revista seria de física editada por el ministerio de ciencia, o como se llame ahora?). Lo peligroso de ésto es el dogmatismo. 

3) Por lo tanto: la reflexión pedagógica es una actividad ineludible para la filosofía, además, debe ser una reflexión extremadamente crítica y prudente, dado el alto contenido ético-político de la misma. No sólo debemos reflexionar acerca de la pedagogía en cuanto filósofos, sino que debemos atacar toda toda forma de psicologismo en pedagogía, precisamente, porque ese psicologismo destruye a la pedagogía misma, convirtiéndola en ingeniería social (como me sugería el otro día un colega lector de este blog).  La pedagogía no tiene la culpa, claro que no. Ha sido precisamente la ausencia de una verdadera reflexión pedagógica por nuestra parte lo que ha permitido que una determinada pedagogía ideológica y pseudocientífica se instale en nuestro sistema educativo. Recuperemos la pedagogía y recuperaremos la educación.

Quisiera terminar invitándoles a la pedagogía con el siguiente fragmento de la película "El milagro de Ana Sullivan" en el que confieso que veo sintetizada mi propia filosofía de la educación (o sea, mi pedagogía). Ana Sullivan ha sido contratada para educar a una niña (Helen) que es ciega y sorda y que tiene a los padres desesperados porque su comportamiento es propio de un animal. En la escena que presento, Ana intenta enseñar a Helen a comer con cubiertos. La niña acostumbra a vagar por la mesa mientras su familia come, cogiendo con la mano comida de sus platos. Ante el asombro, incredulidad e indiganación de los padres de Helen,  Ana se empeña en enseñarle a usar la cuchara, por lo que empieza por expulsar a la "comunidad educativa" de la sala. El video no está completo, pero al final consigue su propósito...