La deriva Filosófica...

Y yo continuaría el título diciendo hacia la nada. Por supuesto que ésta es una opinión desmesurada, una hipérbole, una exageración, pero a veces o se radicalizan las perspectivas sobre las situaciones o éstas no son ‘vistas’ y mucho menos ‘comprendidas’.


Todo esto viene a la sazón de la visión del profesor Moya1, ofrecida el jueves pasado en la Universidad Miguel Hernández, acerca de la situación actual de la filosofía como materia en la educación secundaria en el marco del sistema educativo del estado español.


Moya inauguró el discurso con una referencia a un clásico, a uno que se precia por ser elemento constituyente del pensamiento europeo. Ese interlocutor es Kant y el texto en concreto es El conflicto de las facultades. Con esto, Moya dejaba patente que la reflexión acerca del vínculo entre filosofía y sociedad o filosofía y otros saberes académicos siempre ha sido un magma en el que Europa ha ido haciendo camino.


Además tal inauguración venía acompañada de otra referencia de peso, conocer que si la UNESCO ha resignificado históricamente el 20 de noviembre como el día internacional de la filosofía no es un acto baladí, más bien responde al reconocimiento de la filosofía como derecho de cualquier ser humano. Para ser breves, diré que es el derecho de cualquier persona de poder ser exactamente digno, esto es, la capacidad de tener una visión crítica sobre los acontecimientos que en la vida de una persona se suceden.2

Seguidamente vino la lectura catastrófica del asunto, todo es un arma de doble filo y si la filosofía recibe tal reconocimiento como actividad excelsa y propia del ser humano, a la vez, esto es síntoma de que el auspicio de la capacidad filosófica de los sujetos está derivando en una especie en extinción.


Dicho esto como prólogo, el profesor no pudo más que entrar a deshilachar el problema que nos había llevado allí: ¿cuál es la ‘genealogía’ de la situación actual de la filosofía en secundaria?, ¿qué procesos llevan a la actual situación?



Lo formulado es el problema, pero cómo se buscan ‘soluciones’ no podía ser más que enunciando las preguntas concretas que determinen el problema. Y éstas son, según el profesor Moya:


  1. ¿Por qué un gobierno determinado en 2005 decide introducir la materia ‘Educación para la ciudadanía y los derechos humanos’?3

  2. ¿Por qué lo hace sustituyendo a la filosofía?

  3. ¿Cuál es el futuro de la filosofía?







Embarquémonos pues en la pregunta 1.

De facto vivimos en sociedades complejas, sociedades configuradas a través del mestizaje cultural, lingüístico, religioso, en definitiva en una ‘batiburrillo’ de símbolos y rituales.

Moya afirmaba que una sociedad así tiene que acostumbrar a sus ciudadanos, acostumbrarlos, enseñarlos (¿adoctrinarlos?4) para vivir una ‘ciudadanía’ compleja y por ende, vivir esa ‘ciudadanía’ desde la tolerancia.


Simultáneamente a esta observación se debe atender a las situaciones de hecho: La Unión Europea tiene un Instituto de evaluación, sito en Ámsterdam, que ‘mide’ la competencia cívica de los jóvenes. Desde 1990 el Instituto encuentra en los jóvenes europeos la posición de desafección respecto la política (institucional) y que la única fuente, o la más valorada, de información de nuestros protagonistas es la televisión.


En España, el Observatorio de la juventud, hace lo propio. Y en un informe que versa sobre el intervalo 2004-2006 afirma que respecto la política (institucional), los jóvenes españoles muestran desconfianza e indiferencia, e incluso algunos pocos, aburrimiento.


A la vista de la poca salud del sistema institucional en Europa, la misma se posiciona: ‘Hay que corregir el déficit cívico’. Francia propone la creación de espacios saturados de jurisdicción, sociología, psicología, etc en la educación secundaria.

A la vez que otro informe de la Unión Europea recomienda, no habla explícitamente de materia, la educación cívica como un objetivo a conseguir de cara a 2010.


En España ese espíritu se traduce en la Ley Orgánica de Educación de 2006, donde germina como ‘competencia cívica’, por supuesto a conseguir.


La clave de comprensión de la pregunta 1 hasta ahora ha sido los informes propuestos en y desde la Unión Europea. A continuación Moya introduce otra clave: el giro laicista en España o la construcción de una religión civil.


Como es de suponer los momentos históricos no aparecen por generación espontánea: la propuesta de giro laicista pertenece a un lobby o grupo de presión del Partido Socialista Obrero Español.


Moya nos recordó que la socialdemocracia europea, que en los años 90 ve que el ansiado Estado de bienestar hace aguas, se propone corregir el liberalismo, desde la perspectiva que entiende que el Estado debe garantizar las condiciones para la buena vida de cada persona. Se desarrolla así el ‘Ciudadanismo’ o ‘Republicanismo Cívico’. Punto de vista con el que se vincula de manera expresa el actual presidente del gobierno español.


¿Cómo se lleva a cabo este ‘Ciudadanismo’ desde que gobierna el PSOE en España? Y ¿Por qué este movimiento afecta a la presencia de la filosofía en la educación secundaria? –de este modo entramos en la pregunta número 2-.


Los intelectuales progresistas en España se han caracterizado por distinguir la metafísica o la historia de la filosofía como algo obsoleto, como una antigualla, algo que inevitablemente, según éstos, está poco comprometido con los valores de la modernidad, del XVIII, de la ilustración, en definitiva del progreso.

Por ello, no es de extrañar que tales intelectuales se sientan más cómodos de la mano de las ciencias sociales y de la tecnología.5

Vemos claramente cómo no hay motivación en las políticas educativas del
PSOE de promover la filosofía en la educación secundaria. A esto se suman las

aspiraciones de gremios cada vez más engrosados pero sin efectiva salida laboral, como juristas, sociólogos, psicólogos… que no desdeñan entrar en la actividad docente de los Institutos de Educación Secundaria y el ataque interno desde los mismos académicos de la filosofía a ésta. Puesto que si el saber ético se configura como una prioridad en las políticas educativas en secundaria, también necesita una atribución y reconocimiento mayor en las Universidades.


Bien, hasta aquí llegan mis notas. Luego el profesor Moya intentó contestar a la pregunta 3 y se mostró optimista, pero reclamó para ello el papel activo de los filósofos (licenciados en filosofía) en la sociedad. La necesidad de visibilizar la filosofía, de que ésta no aparezca a los ojos de los ‘viandantes’ como una instancia abstrusa y misteriosa.

Algunos de los asistentes mostraron su disconformidad respecto una actitud optimista de cara al futuro de la filosofía y así salieron a la palestra los problemas autonómicos tales como la reducción horaria en primero de bachillerato.


Deseo hacer hincapié en que este escrito nunca ha albergado la posibilidad de ser una retransmisión fidedigna de lo que dijo el profesor Moya. Lo único que pretendo es recoger lo que mi entendimiento captó y traéroslo, si se va al detalle será mejor inquirir directamente al profesor Moya.



María Soro Jordá.

1 Profesor Moya de la facultad de filosofía de la Universidad de Murcia.

2 He intentado captar la idea, pero estas palabras explícitas sólo son responsabilidad mía.

3 Materia que no tiene ninguna tradición académica en el currículum del sistema educativo español.

4 Vuelve a ser ésta una referencia propia.

5 Así es como el profesor Moya caracteriza las tendencias intelectuales e ideológicas en la historia de España: los sectores conservadores son asociados a la filosofía, literatura, religión y sin embargo, el socialismo al pragmatismo social y tecnológico. De ahí se sigue el peso histórico en el socialismo español de Comte, el positivismo y de la comprensión del marxismo como socialismo científico.