Sopa lógico-metafísica



1. Los pensamientos existen.
2. Entiendo por existir insertarse en el tiempo.
3. ¿Existe el tiempo?
3.1.El tiempo no existe; es la forma en la que se dan las existencias. (No existe pero es)
4. Los pensamientos se insertan en el tiempo. (Existen)
5. No es evidente que el pensamiento exista con independencia de los pensamientos. Postular una existencia tal sería como explicar el ser o la existencia de los seres particulares por un ser trascendente a ellos –Dios.
6. Podríamos llamar pensamiento a la forma de los pensamientos. Así entendido el pensamiento no existe, pero es.
6.1 Puedo decir que pienso un perro, pienso una sirena, pienso un rectángulo, pienso a Dios –con dificultad-. Pensar el pensamiento sería pensar la forma común a todos los pensamientos particulares.
6.2 Pienso la nada –sería mejor decir que no la pienso- como mero concepto negativo frente al ser, como no-es. Así Dios, en tanto que se piensa como radicalmente distinto de todo lo que es, podemos decir que es la nada –analogía lógico-poética, para intentar decir que Dios no puede ser dicho, que Dios es radicalmente distinto de todo lo que vemos, imaginamos o pensamos-


7. Todo pensamiento particular lo es de un ser al que delimita. Esto podría extraviarnos –si es que no lo estamos ya desde el principio, que es lo más fácil- Podríamos creer que lo común entre el pensamiento de un caballo y el pensamiento de un bolígrafo sería aquello que tienen en común el ser caballo y el ser bolígrafo. Así lo común a todos los pensamientos, el pensamiento, nos daría lo común a todos los seres: el ser, pero el ser vacío de determinaciones. Pensar el pensamiento sería pensar el ser, pero el ser sería lo más vacío y lo mismo el pensamiento, diluyéndose ambos en la nada. Pero esto, creo que es un error que nace de identificar o confundir el acto del pensar con su contenido.[ Si nuestro objeto fuera responder a la pregunta “qué es el ser” sería interesante (no sé si posible) intentar un camino diferente al de la mera negación de determinaciones que conduce como ya sabemos a la nada]
8. Cuando nos preguntamos por la esencia –el qué es- del pensar, no nos preguntamos por su contenido, sino que nos preguntamos por la esencia del acto. Los pensamientos son delimitaciones en el ser. Considerados como actos, todos los pensamientos son iguales, así que en tanto que actos, el pensamiento de un caballo es idéntico al pensamiento de un triángulo; se diferencian, eso sí, en el contenido. En tanto que acto en cada pensamiento está la forma completa del pensamiento.
9. Bastaría con pensar el pensamiento de cualquier objeto para pensar el pensamiento. Pensar es delimitar. El acto del pensar es delimitar. Cuando pensamos un caballo delimitamos el ser caballo frente al resto de seres que no son el caballo. Si pretendo pensar el pensamiento debo delimitarlo frente a todo lo que no es un pensamiento. Así que intentemos cazarlo negativamente: las cosas no son pensamientos, aunque pueden ser pensadas, ciertas acciones –correr, sentarse, dormir, emborracharse, incluso hablar o escribir no son pensamientos pero pueden pensarse.. todas estas cosas y actividades se dan en el mundo, o mejor constituyen el mundo –se insertan en el tiempo, existen- y pueden pensarse. Lo curioso aquí es que todo aquello que se da en el mundo puede ser pensado. El pensamiento es una actividad universal; puede pensarse una borrachera, una casa, un triángulo... las otras actividades no son absolutamente universales, se puede dormir una borrachera, pero no puede emborracharse un triangulo; el pensamiento, en cambio, puede relacionarse con la totalidad del ser que nos es dado. Esto parece justificar la sospecha de que el ser sólo lo es en la medida que es pensado. O dicho de otro modo que el pensamiento funda el ser. Me parece lícita (lógica) la sospecha pero no es una posición que se siga necesariamente de la universalidad del pensar, podría ser el caso inverso: el ser funda el pensar.[Esta es la posición que yo mantengo, por motivos de espacio, tiempo y ganas no doy las razones que me la hacen preferible, realismo frente a idealismo -podría ser objeto de otra reflexión]
10. Pero en el tiempo, decíamos, también se dan pensamientos, se dan los actos o acciones de pensar.. y en cada uno de estos actos se da el acto completo del pensamiento. En qué consiste (forma) este acto es lo que venimos preguntándonos (sabemos, de momento, que es un cierto acto universal) pero la respuesta directa se nos escapa.
Se nos ocurren metáforas:
Pensar es delimitar el ser, pensar es iluminar el ser, pensar es hacer patente el ser, pensar es llevar a la conciencia el ser. El pensamiento es una delimitación, una iluminación, un hacer patente el ser –incluido su propio ser-... una tentativa quizá.
( Uno sospecha si estas metáforas tan sólo están disfrazando tautologías: “pensar es pensar”. No es infrecuente que en estas aventuras metafísicas a través del lenguaje uno vaya a parar a la pura identidad: un besugo es un besugo y la felicidad es lo contrario de la infelicidad, la no infelicidad –eso si se ha tenido la suerte de esquivar absurdos manifiestos.)

El pensar es una tendencia al ser pero no por ello una nada, sino una determinada relación del ser consigo mismo. Una tendencia del ser hacia sí mismo.

Debería ahora intentar descifrar esas metáforas y desvelar esa tendencia, pero me temo que no estoy en condiciones de decir nada más. -Imagino un suspiro de alivio en el improbable lector que haya llegado hasta estas líneas.



PD. Estas reflexiones han sido motivadas e inspiradas por la lectura de ¿Qué es pensar? en este mismo blog. Agradezco a su autor esa incitación a pensar –quizá en vez de agradecer debería presentar una denuncia-. En qué medida mis reflexiones coinciden o difieren de las suyas es algo que no voy valorar, pero espero que sus comentarios y críticas sirvan de acicate para profundizar en los problemas y para plantear otros nuevos.
Quizá sea innecesario señalar que acepto la distinción clásica entre esencia y existencia, pero que evito distinciones del tipo “ser y ente”... y que prescindo –o al menos lo intento- de la nada, nunca sabemos por dónde se nos cuela.