Felipezoide


Au revoir les enfants
Es probable que ya sepáis
cómo se las gasta un día de lluvia
y seguro que imagináis el principio de la canción
de las cosas que nunca vuelven.
Ya habréis aprendido
a proteger vuestras pequeñísimas cosas,
vuestro botón, vuestro grano de arena, vuestra ceniza,
con grandes y furiosas garras de mentira.

Ya sabéis
que hay quien no mira a los ojos,
que algunas madrugadas alguien no despierta
que todo, en fin, a veces no es nada.

Pero qué suerte, amigos,
amigas, qué suerte
porque todavía podéis vestir como piratas
y llevar pinchos en las muñecas
y tomar, quién sabe, algún barco al abordaje
Qué suerte,
que aún podéis jugaros la boca por una primavera,
que todavía guardáis los planos
del beso perfecto,
que no habéis roto del todo
el cristal de la infancia.

Disfrutad, disfrutad, disfrutad,
porque cada día es una canallada de las fresas,
un zumo de luz, un helicóptero inmóvil,
un elefante aplastando al color verde,
un girasol ciego sin perro lazarillo,
un apocalipsis sin jinetes ni trompetas

Rompéos los pechos contra arrecifes de caricias,
no ahorréis en ganas de explotar
como explotan las auroras boreales,
ojalá que la vida os tatúe
una playa desierta en la retina,
que vuestro vientre festeje
cada alegría y cada tristeza.
Desconfiad de las golondrinas
que no se van
cuando toca irse

Que no os falte un beso en la boca
que os sobre boca para dar besos,
que os pillen siempre
con las manos en la masa,
que no os rompan la cara los recuerdos
y nunca, nunca,
nunca os dejéis una lágrima en el tintero.

Y yo quisiera deciros, para terminar,
que a partir de ahora estudiéis mucho,
que trabajéis duro
y que os portéis muy bien,
pero estas cosas, como veis,
no quedan bien en un poema.


Bueno, que paséis un buen verano... de todos modos durante estos meses de vaciones seguiremos con el blog. Espero que, liberados de los exámenes y con más tiempo libre, participéis más y hagáis comentarios.