Educación para todos.

En las polémicas sobre el sistema educativo, existe un argumento recurrente entre los defensores del actual sistema (LOGSE-LOE). Estos acostumbran argumentar que ellos defienden la máxima extensión de la educación para todos y en términos de igualdad, de esa declaración concluyen que en la etapa de la ESO la enseñanza debe ser la misma para todos y rechazan cualquier distinción, sean itinerarios, o distinciones entre vías técnicas –profesionales- y teóricas. Desde la misma premisa, por ejemplo, apoyan la última ocurrencia innovadora en el bachillerato, si se aprueba la mitad de las asignaturas –en cuatro creo que está el límite- entonces no se repite curso, se repiten las no superadas, y el alumno puede cursar algunas asignaturas de segundo –de las que sacará gran provecho-, de forma que el alumno pueda sacar el bachiller en tramos o cómodos plazos. Para todo esto tienen además un nombre muy atractivo y correcto: democratización de la educación.

Según yo veo las cosas, la premisa “mayor nivel educativo para todos” no justifica ninguna de las conclusiones que extraen, al contrario, la contradicen. Mi sospecha es que esas posiciones se sustentan en un prejuicio nada democrático; un desprecio no reconocido de la vía profesional, una mirada de desdén íntimo hacia las enseñanzas profesionales

Lo cierto, es que cuando se niega el derecho a la educación de una persona es cuando se la obliga a seguir un tipo de estudios que rechaza y para los que puede estar poco dotado, y en cambio, se le niega la posibilidad de formase en aquello que desea, y para lo que tiene mejor predisposición. En resumen, a un alumno que en 3º de la ESO manifiesta interés por la mecánica, la fontanería, la electricidad, o el trabajo forestal.. o cualquier otra actividad profesional, a este alumno se le está conculcando su derecho a un mayor nivel educativo, cuando contra su voluntad se le mantiene en unos cursos con una enseñanzas que no le interesan, y de los que no saca ningún provecho, simplemente porque no lo desea., cuando se le mantiene en ese Limbo donde desarrollará mal carácter, pereza, actitudes resentidas, insolencias.. .Una pena porque quizá tendríamos una persona optimista, satisfecha y “motivada”, si de reparar el motor de un Seat Ibiza se tratase. Es posible que tras esos años en Limbo de la ESO –que existe a pesar de Benedicto- salga simplemente escopeteado de todo lo que huela a aulas, a educación en valores, atención a la diversidad, adaptaciones curriculares, mediaciones conciliatorias y demás pasteleo y parafernalia, y esté más inclinado a “puentear” el Ibiza que a cambiarle las bujías.

Dejemos la ESO y pasemos al Bachiller, nuestro alumno se ha sobrepuesto con éxito a las dificultades, fatigas y sinsabores de la ESO. Con su flamante título recién sacado en septiembre, después de estar el mes de agosto con las mates la lengua, y el inglés, se nos ha matriculado en Bachiller –que ya le dijeron algunos profes, si no se lo dijeron lo piensa él, que el Bachiller es lo que tiene futuro, para los módulos ya habrá tiempo si no hay más remedio-. El susto vino en diciembre cuando a las mates y la lengua se sumaron 5 más, no fue ya sorpresa en marzo, ni tampoco en junio, hasta que de nuevo en septiembre, consigue que sólo le queden mate, lengua, filosofía y el inglés, ¡curso salvado¡ haremos esas cuatros, más la educación física, la sociología y la informática de segundo, en unos años quizá consiga el bachiller, quizá.. que está muy por ver. Alguno de ustedes hasta quizá crea que no sólo se ha democratizado sino también mejorado el nivel educativo de nuestra España, aunque sigamos en la cola como siempre, y cada vez más, a pesar de tanto ocurrente y ocurrencias.

PD. Olvidaba recordarles que existe –creo, cada vez más escasa- la posibilidad de cursar Bachiller en horario nocturno, para las personas que trabajan o que en su día dejaron los estudios por diversos motivos, y desean retomarlos, ahora quizá con más responsabilidad y mayor madurez. Allí, y con buen criterio, para personas que se supone maduras y trabajan, hace tiempo que es posible -o al menos lo era en los tiempos del BUP- hacer el Bachiller en tramos.