Guía para principiantes en el estudio de la Filosofía



Hace poco terminé de leer Lecciones preliminares de Filosofía de Manuel García Morente. Resultó interesante esta inmersión en los intrincados caminos de la filosofía cuando todavía soy apenas un principiante, un simple curioso que que se dedica a otear la cara más superficial de ésta.

Pero quién me iba a decir que acabaría planteándome la existencia y la esencia de las cosas; quién diría que acabaría planteándome la existencia del propio yo. Y es que la entrada al campo de la filosofía es la más amplia y accesible que podamos imaginar; es más, esa puerta se encuentra dentro de nosotros mismos esperando a ser abierta. La filosofía yace en estado de sopor esperando a ser despertada.


Pero, pese a que la filosofía sea un terreno accesible a todos, requiere unos requisitos para su correcta exploración. Primero, olvidarte de todo lo que ya sabes y mostrar una actitud ingenua y ávida de conocimientos. Se trata, por tanto, de volver a nuestra niñez; a esa edad en la que todo son incógnitas y misterios a descubrir, esa edad en la que hasta el simple vuelo de la mariposa puede fascinarnos, esa edad en la que cada detalle capta nuestra atención. Es necesario para “empaparnos” de filosofía, entrar en un estado de curiosidad e ingenuidad similar al de la niñez.

Por otra parte y por muy contradictorio parezca, la filosofía no es juego de niños, ya que otro de sus requisitos es tener paciencia, esa virtud que se adquiere con la madurez. Un joven, inquieto y ávido de experiencias, necesitaría de mucha paciencia para explorar ese mundo rebosante de conocimiento que nosotros mismo debemos “dar forma” con nuestras manos, y no precipitarse en tan ardua y gratificante tarea. Y aquí tenemos una palabra clave: “precipitarse”. En lo poco que conozco de filosofía, durante mis primeros pasos en ese vasto camino, me he tropezado más de una vez por mi avidez y afán de conocimientos. No digo que tropezarse sea malo, es más, de los errores de aprende; pero ahora entiendo que precipitarme sólo me lleva a conclusiones erróneas o incompletas. Los matices que inundan el camino son los que nos ayudan a comprender el final de éste: Aunque podamos coger unos prismáticos y observar directamente el final, desde luego no lo comprenderemos con la profundidad con la que lo comprenderíamos si hubiésemos gozado de las vistas que acompañan el camino, si nos hubiésemos deleitado con todo aquello que el camino ofrecía.

Aunque bien, a éstos dos requisitos que nos propone Manuel García Morente y que, por supuesto, son realmente importantes, me gustaría añadir otro más. Este requisito no lo he aprendido precisamente de Manuel García Morente, sino de otro estudioso de la materia. Este requisito es la lógica, o mejor dicho, el estudio de ésta. Y bien, toda la historia de la filosofía que bien explica Manuel García Morente en Lecciones Preliminares de Filosofía se antoja fascinante aun sin haber estudiado lógica, pero no puedo evitar pensar que sólo se trataría de un cuento en ese caso. Como bien dijo Wittgenstein, “La figura lógica de los hechos es el pensamiento” y, por tanto, la lógica es la herramienta que nos permite interpretar los hechos, constituye la forma misma de los hechos que se trazan inteligibles en nuestro pensamiento. La lógica, como ya he dicho, es la herramienta del pensamiento y está latente en todos nosotros, el único problema es que a veces nuestro desconocmiento sobre ésta nos lleva a utilizarla de manera incorrecta o a una incompleta (o nula) comprensión de ésta. Así que no podremos introducirnos directamente en ese pensamiento latente en la historia de la filosofía, no podremos ser partícipes de él sin unos conocimientos previos de lógica que nos ayuden a su completa comprensión y a su correcto uso.

Bien, y hasta aquí mi Guía para principiantes en el estudio de la Filosofía, aunque suene un poco prepotente que haya titulado así esta entrada yo, que soy un principiante más. De todas formas, creo que plantearse estos requisitos es un ejercicio fundamental antes de comenzar a filosofar; pero, por supuesto, sólo se trata de la humilde opinión de un inexperto en la materia como yo.


Aristoteliano