Técnicas de estudio

Hacía tiempo que andaba buscando el libro Crónica del alba, de Ramón J. Sender. Por fin hoy he tenido la suerte de topar con él y he empezado a leerlo. Son tres tomos de unas 400 páginas cada uno, pero basta leer las tres primeras páginas para saber que será imposible parar hasta haberlos terminado. Un gran descubrimiento. La verdad es que -me avergüenza decirlo- supe por primera vez de la historia de Crónica del alba por la pélicula, que se emitió por televisión en forma de serie hace bastante tiempo. El protagonista, Pepe, era interpretado por Jorge Sanz, que entonces era todavía un niño (y todavía no había fracasado como actor). Sus aventuras, que eran desventuras, me producían una especie de miedo, mezcla de vértigo y seducción. Recuero cómo para impresionar a Valentina, su primer y gran amor, tapaba una escopeta con el dedo índice y disparaba; con lamentables consecuencias, claro. Es la historia de la formación de un Hombre, con mayúsculas. La historia de una educación. La crónica de un amanecer que es un despertar a la vida.

Me permitiré el lujo de compartir con ustedes un fragmento que es todo un tratado de técnicas de estudio. Ahí va:

"Para preparar mis lecciones de geometría solía despertar al amanecer, salir a los graneros y por ellos al tejado. El lugar no era muy a propósito para estudiar y me obligaba a ejercitar el riesgo porque las tejas estaban cubiertas de escarcha y en un plano muy inclinado. La primera vez resbalaron mis botas, caí y fui bajando. Me hubiera matado en las losas de un patio interior de no interponerse una chimenea que estaba frente a la ventana. Desde entonces aprendía a deslizarme sentado sobre dos retejeras hasta la chimenea. Una vez allí, me instalaba confortablemente al sol y abría los libros. Iba leyendo mis lecciones pero estaba atento a los gatos y a los pájaros. Los gatos me fueron conociendo y acabamos siendo grandes amigos. Los pájaros, en cambio, no se familiarizaban, por lo menos en aquella época. "