La calle de Aribau.


Me he propuesto hacer unas breves reseñas recogiendo las impresiones que me causan las lecturas que voy haciendo, lecturas que tratan de la realidad española del pasado siglo XX , y en especial de la España del franquismo. Qué mejor manera de conocer esa realidad histórica que a través de sus textos, en lo que éstos narran pero también en lo que exhiben al ocultarlo. He completado una nueva novela, Nada de Carmen Laforet; y poco me ha faltado para renunciar a mi proyecto de reseñarla, pero he conseguido rescatar un poco de ánimo.

Un novela dura, repleta de tristeza, quizá ninguna novela me ha dejado una impresión tan triste, como la amargura de ese piso de la calle de Aribau. La España de la posguerra inmediata, personajes desquiciados entre miseria, ruinas y hambre. Junto a víctimas y verdugos, desfilan seres ajenos a la situación que les rodea, a los que parece no tocar. Y uno se convence de la absoluta turbiedad –amoralidad- de la vida al imaginar al niño que crece en el seno de ese apartamento, a una mujer que apura sus días envuelta en una compasiva demencia, y a la resignación de todos ante la violencia machacona e incesante.

La primera impresión al abrir sus páginas fue la de un estilo pobre, inmaduro, la de un escritor en formación, impresión que se mantiene hasta bien adentrado en la lectura del libro, va perdiéndose paulatinamente, y acaba por ser muy efectivo al final del libro, con descripciones hondas. Algunos aspectos de la trama no me han resultado muy convincentes - no desvelaré nada- pero el conseguido ambiente y las magníficas descripciones/ ensoñaciones se han impuesto sobre los defectos.

He cerrado el libro con una verdadera conmoción de la que me he recobrado un tanto al recordar los versos de Wislawa Szymborska:


Yeti..
........................
Hay una manzana roja
partida en cuatro.

Yeti, entre nosotros
no sólo existe el crimen.
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.

Heredamos la esperanza,
regalo del olvido.
Verás como entre ruinas
parimos niños.

Yeti, tocamos el violín.
Yeti, al anochecer
prendemos la luz..

Aquí, ni luna ni tierra,
y se congelan las lágrimas.
¡Oh, Yeti, casi hombre de la luna,
piénsalo y vuelve¡
.........

Aquí os dejo un buen y completo enlace dedicado a la obra de Carmen Laforet y especialmente a Nada.

PD. Próxima estación: Volverás a Región de Juan Benet, -por si alguien tiene a bien acompañarme en el viaje.